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domingo, 24 de enero de 2010

MANOS


"Durante el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nüremberg, vivía una familia con 18 niños. Para poder poner pan en la mesa para tal prole, el padre, y jefe de la familia, trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de oro, y en cualquier otra cosa que se presentara.
A pesar de las condiciones tan pobres en que vivían, dos de los hijos de Albrecht Durer tenían un sueño. Ambos querían desarrollar su talento para el arte, pero bien sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia.

Después de muchas noches de conversaciones calladas entre los dos, llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda. El perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara. Al terminar sus estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa, con las ventas de sus obras, o como fuera necesario.

Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia. Albrechtt Durer ganó y se fue a estudiar a Nüremberg.

Albert comenzó entonces el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció por los próximos cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia.

Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.

Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durer se reunió para una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado para hacer sus estudios una realidad.

Sus palabras finales fueron: "Y ahora, Albert hermano mío, es tu turno. Ahora puedes ir tú a Nüremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de ti". Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa
hacia el rincón de la mesa que ocupaba Albert, quien tenía el rostro empapado en lágrimas, y movía de lado a lado la cabeza mientras murmuraba una y otra vez: "No... no... no...".
Finalmente, Albert se puso de pie y secó sus lágrimas. Miró por un momento a cada uno de aquellos seres queridos y se dirigió luego a su hermano, y poniendo su mano en la mejilla de aquel le dijo suavemente:
"No, hermano, no puedo ir a Nuremberg.
Es muy tarde para mí. Mira lo que cuatro años de trabajo en las minas han hecho a mis manos. Cada hueso de mis manos se ha roto al menos una vez, y
últimamente la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis... mucho menos podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino y no podría manejar la pluma ni el pincel. No, hermano... para mí ya es tarde".

VENCEDORES






"Un rey recibió como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.

Pasando unos meses, el maestro le informo al rey que uno de los halcones estaba perfectamente pero que al otro no sabia que le sucedía, no se había movido de la rama donde lo dejo desde el día que llegó. Encargo entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Al día siguiente por la ventana, el monarca pudo observar, que el ave aun continuaba inmóvil. Entonces decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa, a la persona que hiciera volar al halcón, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte, traedme al autor de ese milagro. Su corte rápidamente le presento a un campesino. El rey le pregunto; * ¿Tu hiciste volar al halcón? ¿Como lo hiciste? ¿Eres mago? - Intimidado el campesino le dijo al rey: * Fue fácil mi rey, solo corte la rama, y el halcón voló, se dio cuenta que tenia alas y se lanzó a volar. ¿Sabes que tienes alas ? ¿Sabes que puedes volar ? ¿A que te estas agarrado ? ¿De que no te puedes soltar ? ¿Que esta esperando para volar ? No puedes descubrir nuevos mares................ A menos que tengas el coraje para volar. Vivimos dentro de una zona de comodidad, donde nos movemos y creemos, que eso es lo único que existe. Dentro de esa zona, esta todo lo que sabemos, y todo lo que creemos. Viven nuestros valores, nuestro miedos y nuestra limitaciones. En esa zona reina, nuestro pasado, y nuestra historia. Todo lo conocido, cotidiano y fácil. Es nuestra zona de confort y por lo general, creemos que es nuestro único lugar, y modo de vivir. Tenemos sueños, queremos resultados, buscamos oportunidades, pero no siempre estamos dispuestos a correr riesgo, no siempre estamos dispuestos a transitar caminos difíciles. Nos conformamos con lo que tenemos, creemos que es lo único y posible, y aprendemos a vivir desde la resignación. El liderazgo, es la habilidad que podemos adquirir cuando aprendemos ampliar nuestra zona de comodidad. Cuando estamos dispuestos a correr riesgos, cuando aprendamos a caminar en la cuerda floja, cuando estamos dispuestos a levantar la vara que mide nuestra potencial. Un verdadero líder, tiene seguridad en si mismo para permanecer solo, coraje, para tomar decisiones difíciles, audacia, para transitar hacia lo nuevo con pasión, y ternura suficiente, para escuchar las necesidades de los demás. El hombre no busca ser un líder, se convierte en líder por la calidad de sus acciones y la integridad de sus intentos.


Los lideres son como las águilas, no vuelan en bandadas... Los encuentras cada tanto y volando solos. RECUERDA.... SOMOS MÁS QUE VENCEDORES EN CRISTO JESÚS!!! "

Cada uno en un riel



En cierta ocasión unos niños paseaban por el bosque cuando descubrieron una línea de ferrocarril abandonada. Uno de los niños saltó a uno de los rieles y trató de caminar por él. Después de unos cuantos pasos, perdió el equilibrio. Otro trató de hacer lo mismo, y también se cayó. Los demás se rieron.


«Apuesto a que ustedes tampoco pueden», le dijo a los demás uno de los que había hecho el intento. Uno por uno los demás niños lo intentaron pero todos fallaron. Hasta el mejor deportista del grupo no pudo dar más de una docena de pasos antes de caer fuera del riel.


Entonces dos niños comenzaron a hablarse al oído y uno de ellos lanzó el siguiente desafío: «Yo puedo caminar todo lo que quiera por el riel, y él también», les dijo, señalando a su compañerito.«No, tú no puedes», le dijeron los demás.


«¡Apuesto un dulce a cada uno que sí puedo!», les respondió. Los demás aceptaron.


Entonces los niños subieron cada uno a un riel, extendieron un brazo, se tomaron fuertemente de las manos y empezaron a caminar por toda la vía.
Como individuos no hubieran podido hacerlo, pero trabajando juntos no les fue difícil alcanzar la victoria.

SE TU MISMO






Una de las mejores ayudas para vencer el descontento es saber que Dios desea que tú seas ti mismo y no que trates de ser otro.

Según una antigua parábola japonesa, había un picapedrero japonés llamado Hashmu que era pobre y a veces refunfuñaba por sus tareas agotadoras. Un día, mientras estaba desmenuzando una piedra, llegó el emperador montado en un hermoso caballo. "¡Qué maravilloso sería si yo pudiera ser el emperador!", pensó Hashmu. Y estando aun las palabras en su mente, una voz dijo: "¡Sea Hashmu el emperador!" Inmediatamente se convirtió en emperador.

Al seguir cabalgando, empezó a sentir el calor del sol. Después decidió ser el sol, y se convirtió en el sol, pero cuando las nubes le impidieron brillar sobre la tierra, pidió ser una nube. Se convirtió en una nube y regó los campos con lluvia. El agua arrastró todo con excepción de una gran roca que estaba en el río. Por lo tanto, Hashmu pensó que era preferible convertirse en una roca, pero cuando un hombre comenzó a cincelarlo con sus herramientas, decidió que quería ser hombre. Y una voz dijo: "¡Hashmu, sé tú mismo!" De modo que Hashmu volvió a tomar sus instrumentos de trabajo y reanudó contento sus tareas.

"¡Sé tú mismo!" Esto es lo que Dios espera de ti, y es el camino para la felicidad. Dios nos ha hecho a todos diferentes porque quiere que cada uno ocupe determinado lugar y realice una obra determinada en la vida. Si imitamos a otros, o deseamos sus responsabilidades, no cumplirnos con nuestra parte especial en el plan de Dios.

El estar contento con nosotros mismos y con nuestra misión en la vida debe estar acompañado por la piedad. ¿Qué es la piedad? Llegar a ser semejantes a Cristo entregándonos a é1. Con el Salvador en nuestro corazón, no estaremos más consumidos por el deseo de tener la autoridad, la individualidad o las riquezas de otros.